lunes, 8 de enero de 2018

¡Hagamos un Plan!

Cuando oigo, desde la organización sanitaria o cualquiera otra parte de la administración pública, que se va a elaborar un Plan, vuelvo indefectiblemente a mi juventud, a las reuniones con las amistades. Reuniones en las que alguien con ganas de salir de casa, de los baretos y calles de siempre, proponía “hacer un plan para el próximo finde”, “para el próximo puente”, “para las próximas vacaciones…”


El truco para que esto saliera bien, es decir, para hablar del plan, organizarlo y ejecutarlo era que alcanzáramos un acuerdo de a dónde ir, cómo ir y cuánto nos iba a costar, además de que alguno fuera el “líder”, el organizador al que todos haríamos caso.
 

Las cuestiones clave de la organización pasaban por -empecemos por el final-: elegir un lugar no muy lejano al que pudiéramos llegar en tren o autobús; o si alguien disponía de un coche familiar o de segunda mano, lo que ya era la bomba, en el que pudiéramos ir de una tacada en un solo medio de transporte unos cuantos.

En segundo lugar, ¿cuánto costaría? No tenía que ser mucho. Tenía que servir para los que tenían más dinero y para los que menos. No se trataba de prestar o de señalar al que no podía pagarse la salida. Había que encontrar un hostal, una pensión que nos permitiera dormir a buen precio y estar a gusto. Más adelante, si podíamos acoplarnos en un hotel, ya sería estupendo.


Y en tercer lugar, decidir que allá dónde fuésemos, ¿qué íbamos a hacer? En general, una buena marcha por el lugar; conocer algún asentamiento recién abierto con buenos fósiles a la mano y, finalmente, unas buenas raciones de lo que hubiese con vinos de la tierra y “algunas” cervecillas antes de retirarse.


No estaba mal y casi siempre, si nos poníamos en marcha, solía salir bien. Así aprendimos a conocernos y aceptarnos o no, a descubrir nuevos mundos y, sobre todo, a organizarnos para repetir otras salidas y hacer nuevos planes.


¡Vaya con el plan!


Recapitulemos y veamos en nuestro ámbito, qué temas se observan si lo llevamos a la práctica profesional, acerca de la mejora de la salud, de la calidad de vida.



Sobre ¿a dónde y cómo ir?
  • ¿Qué sabemos de la gente a la que va dirigida el plan? ¿Lo hemos estudiado suficientemente? ¿Nos manejamos con estereotipos, prejuicios…? ¿Qué percepción social existe sobre la población a la que se van a dedicar los recursos (ejemplo: comunidad gitana) y tenemos que abordar?
  • Para poder tomar decisiones, ¿hemos preguntado a las personas, la comunidad, qué le pasa, qué considera que necesita? ¿Cuáles son sus preferencias? (Necesidades detectadas)
  • ¿Creemos en nuestra capacidad de llevar a cabo el plan? Además, ¿Queremos hacerlo? (Autoestima y motivación) 
  • Hemos utilizado las herramientas/instrumentos necesarios para saber o hablar sobre lo que hace falta o se requiere? (Entrevistas, reuniones, encuestas…)
  • ¿Para qué coordinarnos? ¿Con quién? ¿Quiénes son los referentes / responsables / interlocutores? (Varias personas o una principal)
  • ¿Con qué recursos se cuenta?
  • ¿Qué credibilidad tiene y/o provoca la autoridad que propone el plan? (Consejería, Dirección General, departamento, mandos intermedios, técnicos…)

¿Cuánto costaría?
  • ¿Disponemos de presupuesto y personas para llevarlo a cabo? ¿Es una declaración de intenciones para cuando se pueda? o ¿Es una declaración para ponerse en marcha?
  • ¿Qué incidencia va a tener esto en la política? ¿Qué resultados tendrá para incorporar la acción y/o ampliar a otra parte de la población? ¿Tenemos en cuenta el beneficio necesario para el político, al objeto de dar una razón para que la apoye?
  • ¿Se puede hacer con otras personas distintas a la que lo hizo inicialmente? ¿Se pueden juntar? ¿Podemos repetir este proyecto o ampliarlo?
  • ¿Se puede quitar un recurso que funciona y sustituirlo por otro aparentemente mejor? ¿Por qué no dejar lo que hay hasta que ruede el siguiente? (quien menos tiene, percibe que puede perderlo todo si le quitan el que hay y no funciona el que viene) Economía del Comportamiento o de la conducta (ECdta).
  • ¿Preferimos obtener un poco de atención, disponer de un solo recurso, antes que tener todo un equipo formado a nuestra disposición o toda una red de recursos? (Mejor “pájaro en mano que ciento volando”…)
  • ¿Cómo lo hemos vivido? ¿Qué sentimientos, emociones nos produce o producirá? (Narrativa de las emociones)
  • ¿Recibiremos un trato digno ante nuestras dificultades? ¿Percibiremos que podemos decidir? (Investigación del sufrimiento; la vergüenza como factor de miedo y humillación, a minimizar)
  • ¿Qué impacto prevemos que tendrá? ¿Cómo lo medimos?

¿Qué íbamos a hacer?
  • ¿Por qué no empezar con el proyecto a una escala pequeña / a nivel local? (Puede aplicarse a la atención individualizada y personalizada: “no hay enfermedades sino enfermos”. PROs: Resultados aportados por los pacientes)
  • ¿Somos conscientes que un mismo plan no funciona igual en todas partes por los recursos que se requieren, por la comunidad a la que se dirige, por los directivos y políticos que lo apoyan, por la capacitación de los profesionales?
  • ¿Preguntamos a las personas si están dispuestos/preparados para los cambios? ¿Confían en la institución? La percepción de la pérdida, produce una gran desconfianza. Economía del Comportamiento o de la conducta (ECdta)
  • ¿Puede la decisión de cambiar el recurso, el procedimiento, mejorar el estado de salud? ¿Qué tiempo requiere? En los más mayores, por ejemplo, produce mayor incertidumbre. Economía del Comportamiento o de la conducta (ECdta) (Por ejemplo: un servicio de atención, por otro con más información; un centro por otro en un lugar distinto pero más accesible y mejores condiciones de habitabilidad…)
  • ¿Cuál es el orden de la presentación de las acciones a llevar a cabo? ¿Qué elecciones nos suponen? (En general, las elecciones van en cascada, por lo que sería mejor orientar las primeras a conseguir las siguientes: “arquitectura de la escogencia” / “paternalismo libertario”: un intento de influir sobre las decisiones individuales, pero sin negarle otras preferencias. Ejemplo: poner fruta antes que dulces; escalera a la vista antes que ascensor….) (ECdta)
  • ¿Cómo afectan las características personales; el nivel socioeconómico, el nivel de estudios, el nivel de ingresos; la situación de empleo y origen (migrante…)? Es decir, ¿qué pasa con la población vulnerable? ¿Cómo le afectan las decisiones? ¿Cuál es el marco de convivencia en el que se desarrolla el plan?
  • Finalmente, ¿percibimos la realidad integrada en el plan? ¿Somos capaces de ir paso a paso?

En definitiva, el éxito de un plan es el resultado de las personas, del entusiasmo, los recursos, las preguntas respondidas y la comunidad que lo acoge y lo desarrolla.
Por tanto, volvamos al principio: ¡Hagamos un plan? ¿Un plan…?
Pues, a ver, ¿qué hacemos?





Julia Domínguez Bidagor. Psicóloga Clínica. Técnica Salud Pública


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